Papa León XIV: el nuevo pontífice que lleva al Perú en el corazón

El nuevo papa León XIV, antes conocido como Robert Francis Prevost, ha asumido el liderazgo de la Iglesia Católica con un emotivo gesto hacia el Perú, país donde desarrolló gran parte de su vida pastoral y al que considera una parte esencial de su vocación religiosa.

En su primera aparición pública desde el balcón de la Basílica de San Pedro, tras ser presentado oficialmente como pontífice ante miles de fieles en la Plaza del Vaticano, dedicó un mensaje especial a la ciudad de Chiclayo, al norte del Perú. El gesto, cargado de gratitud, conmovió a los peruanos y destacó su vínculo con la comunidad que lo acogió durante años. “Se lo he dicho al santo padre; en cierto sentido no es el mejor momento para dejar el país. Yo quiero seguir acompañando al pueblo”, expresó.

Robert Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Illinois, hijo de Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y de Mildred Martínez, de raíces españolas. Estudió Matemáticas y Filosofía en la Universidad de Villanova, donde también ingresó a la Orden de San Agustín. Se ordenó sacerdote en 1982 y completó su formación en Teología en Chicago y en Derecho Canónico en Roma.

Fue durante la preparación de su tesis doctoral cuando fue enviado al Perú por primera vez, en 1985. Su misión comenzó en Chulucanas, Piura, y un año después se trasladó a Trujillo, donde asumió la dirección del programa de formación para aspirantes agustinos de distintas regiones. Allí inició una relación profunda con la sociedad peruana que marcaría el resto de su vida.

Tras años alternando entre Perú y su natal Chicago, el papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo en 2014, cargo que asumió oficialmente en 2015. En esa ocasión, anunció que solicitaría la nacionalidad peruana “en señal de compromiso con el país”. El Concordato entre la Santa Sede y la República del Perú exige que los obispos sean ciudadanos peruanos, condición que cumplió antes de su consagración episcopal.

Durante su tiempo en Chiclayo, Prevost se ganó el cariño de la comunidad por su sencillez y cercanía con los fieles. El reverendo Fidel Purisaca Vigil, quien fue director de Comunicación de la diócesis en esa etapa, dijo: “No importaba cuántos fueran los problemas, siempre mantenía el buen humor y la alegría”, y recordó que solía orar y desayunar cada mañana con los sacerdotes.

En 2018 fue elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, y en 2023 fue convocado a Roma por el papa Francisco para asumir como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Aunque esa designación marcó el fin de su residencia en Perú, sus lazos con el país nunca se rompieron.

José Luis Pérez Guadalupe, exministro del Interior y teólogo peruano, recordó que Prevost “escuchaba más que hablaba” y que compartían preocupaciones sobre cómo frenar la pérdida de fieles en América Latina. “Él era de la opinión de que había que acercar la iglesia a los fieles”, declaró a BBC Mundo. También recordó su compromiso frente a los casos de abuso dentro de la Iglesia, señalando que “estaba muy atento a la realidad de Perú”.

La elección de Prevost como el papa número 267 de la historia de la Iglesia Católica representa no solo un cambio de liderazgo, sino también una continuidad con el enfoque pastoral latinoamericano impulsado por su predecesor. Su primer mensaje como pontífice confirmó que, aunque ahora resida en Roma, lleva al Perú en el corazón.

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